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David FROOMS

 
 
 
 
 

 

 

 

   
 
 
Clasificación: Asesino
Características: Necrofilia
Número de víctimas: 1
Periodo actividad: 2 julio 1972
Fecha de nacimiento: 1947
Perfil víctimas: Mujer de 21 años
Método de matar: Estrangulación con ligadura
Localización: Londres, Inglaterra, Gran Bretaña
Status: Condenado a cadena perpetua
 
 
 
 
 
 

Carta a la ley

El asesino no pudo dejar de inmiscuirse en la investigación

Eluniversal.com - Estampas

Por más extraño que pueda parecer, muchos asesinos sienten la imperiosa necesidad de mantenerse cerca de la investigación en torno a sus crímenes. Se ha sabido que algunos llaman por teléfono e incluso le escriben a la policía.

Justo antes de que acabara el siglo XIX, Jack el Destripador escribió cartas de burla a las autoridades, en las cuales les avisaba que atacaría de nuevo. En tiempos más recientes, Richard Loeb quedó totalmente fascinado con los detectives que buscaban pistas sobre el asesinato de Bobby Franks, en el famoso caso “compulsión” de Chicago. Se descubrió que Loeb era uno de los asesinos del joven. En esta ocasión examinaremos la trágica muerte de una joven inglesa, Sarah Gibson, y el apremiante deseo que sentía su asesino de tener correspondencia con la policía.

Sarah nació en el mundo de las carreras de caballos. Su padre, el coronel John Gibson, era un famoso entrenador y criador de caballos de carrera. Uno de sus hermanos era un jinete consumado. La familia vivía en el pueblito de Lambourn, en Berkshire, Inglaterra. Se daban la gran vida, pero Sarah quería algo diferente. Los caballos y la placentera vida social del lugar no la satisfacían. A los 19 años, la joven le dijo a sus padres que quería hacer carrera en el negocio de hotelería y tenía pensado alcanzar el éxito sin la influencia de ellos, así que dejó la buena vida de Lambourn para independizarse en Londres; su primer trabajo fue como empleada doméstica en el Norfolk Hotel, en el West End.

Pocos meses después, Sarah logró obtener un empleo en el Royal Automobile Club como asistente del ama de llaves. Esto representó un paso agigantado en los planes de la decidida joven por forjarse una carrera. El Royal Automobile Club tenía un personal de 250 trabajadores, de los cuales 15 vivían dentro de sus enormes instalaciones. Sarah era uno de esos empleados residentes.

El prestigioso club contaba con un restaurante de 200 puestos y 15.000 miembros que pagaban, además de mantener 80 dormitorios exclusivos para los miembros masculinos.

En 1971, la familia Gibson se mudó de Lambourn a una casa campestre hermosamente restaurada cerca de Cheltenham. Sarah pasó muchos fines de semana con su familia. Estaba feliz con su trabajo y disfrutaba vivir en Londres. El domingo 2 de julio de 1972, la joven tuvo el día libre; fue uno de esos fines de semana en que ella prefirió quedarse en la ciudad. Esa noche, cenó en el comedor del personal; poco después de las 7:30 pm, fue vista paseando en dirección del Fun City Bingo Hall, ubicado a unos 300 metros del club. Dos horas después la observaron saliendo del bingo, pero nadie la vio regresar a su cuarto.

A la mañana siguiente, una mucama miró dentro del cuarto 519, del quinto piso, y encontró el cuerpo desnudo de Sarah sobre su cama; sus manos y pies estaban atados. Un camisón rosado estaba anudado alrededor de su cuello, y un pañuelo había sido atarugado en su boca. La habían violado.

Los detectives no tardaron mucho en averiguar que Sarah no tenía un novio fijo. Había sido una joven trabajadora y feliz que disfrutaba de las atracciones de la ciudad de Londres. Sus movimientos fueron reconstruidos hasta que salió del bingo, pero allí se detenía el rastro abruptamente. Dado que nada parecía estar en desorden en la habitación, se creyó que ella quizás conocía a su asesino y había sido atacada sin advertencia.

Cuando se elaboró una lista de las pertenencias de Sarah, descubrieron que faltaban varias joyas. Anillos de oro, un reloj de viajero, un medallón de plata, un brazalete de oro y un encendedor fabricado en madreperla habían sido extraídos de la habitación. El 7 de julio, el brazalete y el encendedor fueron vendidos a un joyero de Soho. James Neville, jefe de detectives de Scotland Yard, creía que el robo quizás había sido el móvil original, y la violación y el asesinato fueron resultado de una idea posterior; por otra parte, él sabía que era muy posible que un asesino astuto hubiese tomado las joyas de la habitación para confundir a la policía.

De los 80 cuartos disponibles para hombres en el club, sólo 17 habían sido ocupados la noche del asesinato. Las autoridades decidieron verificar no sólo las huellas digitales de los ocupantes de estas 17 habitaciones, sino también de todos los que se habían alojado en el Royal Automobile Club desde que Sarah se incorporó al personal. Sus huellas serían comparadas con las encontradas en el cuarto de Sarah.

El 9 de Julio, Neville recibió una sorpresa por el correo. Era una carta anónima del asesino. Esta rezaba: “Pensé que quizás quisieran alguna ayuda en el caso, dado que aparentemente lo están enfocando desde un ángulo equivocado. No me gustaba la idea de la muerte de Sarah, pero no se pudo evitar; lo que se puede hacer es evitar que ocurra de nuevo. Encontré una fuerte sensación de poder al despojar a un cuerpo de su vida, aunque ella fue un error. La noche que la chica murió, no sentí remordimiento ni culpa, así que apúrense y captúrenme. No me entregaré para que me encarcelen porque ello me destruiría, dado que tengo grandes ansias de vivir”.

Si no hubiera escrito esta carta, es dudable que el asesino de Sarah Gibson se hubiese identificado alguna vez. Las huellas en la carta se compararon con las del archivo de Scotland Yard. Estas coincidieron con las de un hombre de 25 años, David Charles Richard Frooms, un bueno para nada que había purgado varias condenas en la cárcel por hurto, robo y ataque sexual contra una jovencita de 13 años. Frooms fue localizado y arrestado. Le pidieron que escribiera algunas palabras sobre un papel. Expertos en caligrafía compraron estas palabras con el estilo de escritura de la carta enviada a Neville. No cabía la más mínima duda: ambas muestras habían sido escritas por Frooms. Cuando lo carearon con esta abrumadora evidencia, él exclamó lo siguiente: “Me alegra que me capturaran. La maté, la estrangulé con algo que ella vestía”. Cuando le preguntaron si había tenido relaciones sexuales con su víctima, respondió: “Entonces ya estaba muerta”.

En diciembre de 1972, Frooms fue enjuiciado por asesinato en Old Bailey, la Sala de Tribunal de la Corona más famosa del Reino Unido. Se declaró no culpable tras afirmar que no tenía recuerdo del asesinato en sí, aunque recordaba haber subido por una ventana abierta y llegar hasta el quinto piso, buscando algo que robar. Vio que la puerta de una habitación estaba entreabierta y entró sigilosamente. Sarah dormía en la cama; él tomó todo lo que le pareció de valor. Cuando la joven se movió, él le metió algo en la boca y le amarró manos y pies con su ropa interior.

Frooms declaró que recordaba tener sus manos alrededor de la garganta de la joven, pero nada más. También dijo que no recordaba haber tenido intención de matar a la chica, ni que hubiese escrito la carta incriminadora a la policía.

Pese a que su abogado habló de responsabilidad disminuida, el jurado necesitó apenas media hora para presentar un veredicto de culpabilidad. David Frooms fue sentenciado a cadena perpetua.

 
 

"Como el mismo demonio"

Sarah Gibson tenía 19 años cuando decidió que quería algo más que la vida tranquila y poco exigente de la sociedad del condado que había disfrutado desde que había salido de la escuela.

No tenía necesidad de ganarse la vida. Su padre, el coronel John Gibson, un entrenador de caballos de carreras y antiguo jockey aficionado, hubiera deseado que ella se quedara en casa. Sarah vivía con su padre, con su madre, la señora Mary Gibson, y con dos hermanos, Martin y Simon, quien estudiaba, en Lambourn, Berkshire, un pueblo de establos de entrenamiento. 

Sin embargo, no hubo ninguna objeción de parte de los padres cuando anunció que quería hacer una carrera propia en el mundo de la hostelería. En noviembre de 1970 Sarah dejó su casa para ir a trabajar en el Hotel Norfolk - ahora demolido - del West End de Londres. 

A principios de 1971, Sarah cambió de trabajo. Fue contratada como asistente de ama de llaves del Club Automovilístico Real de Pall Mall. Ganaba un salario decente y al igual que la totalidad de los trabajadores (260) vivía en el mismo club. 

Un poco después, ese mismo año, la familia Gibson se mudó de Lambourn a una granja restaurada estilo georgiano, en Ham, cerca de Cheltenham, Gloucestershire. Sarah los visitaba regularmente una vez cada dos semanas. Les dijo que estaba muy contenta en su trabajo y que se sentía encantada con la vida bulliciosa de Londres. 

El domingo 2 de julio de 1972, Sarah no trabajó, pero fue vista en el club varias veces durante el día. Cenó en el restaurante de los empleados a las 7:00 y aproximadamente a las 7:30 caminó a un salón de bingo que está en la calle Coventry, a unos cientos de metros del club. Fue vista mientras salía del salón de bingo aproximadamente a las 9:30 p. m., sola. Nadie la vio regresar al club.

Temprano, la mañana siguiente, una de las sirvientas fue al cuarto de Sarah - el 519, en el quinto piso - para llamarla. Sobre la cama estaba el cuerpo desnudo de Sarah, con sus manos y pies atados con sus mallas y una cuerda. Alrededor del cuello tenía atada su bata color rosa y negro y metidos en la boca un pañuelo y una toalla. Había muerto hacía varias horas.

Claramente se trataba de un asesinato sexual: había sido violada justo antes o inmediatamente después de muerta. Los detectives que investigaban el crimen formularon inicialmente la teoría de que esta chica de 21 años se había encontrado con su asesino en el salón de bingo o camino de regreso al club. Como había pocos signos de lucha en el cuarto se pensó que era posible que conociera al hombre y que hubiera sido tomada por sorpresa en el momento del ataque.

Aunque Sarah era una chica atractiva -un colega la describió como de "cara hermosa y grandes ojos azules"- no se le conocían amigos. Su padre dijo que desconocía cualquier posible asociación romántica y estaba seguro de que Sarah no tenía un novio fijo. Un miembro del personal del club consideró que "ella era una chica despreocupada y feliz a quien le encantaba divertirse".

Al descubrirse que varios objetos del cuarto de la chica habían sido robados se abrió una nueva línea de investigación. Entre ellos se contaban un relicario de plata con una fotografía de sus padres, una pulsera de oro con un broche en forma de corazón, un reloj de plata, unos aretes de oro con pequeñísimos diamantes, una corona churchill, un encendedor de nácar y un pequeño reloj de viaje.

Un poco después de publicada la lista de la propiedad robada se descubrió que la corona churchill había sido cobrada en el banco Westminster, en Waterloo Place, el 4 de julio. Tres días después fueron vendidos en una tienda de Soho el encendedor y la pulsera.

El detective superintendente jefe James Neville, el hombre a cargo de la investigación, se vio frente al problema de decidir si el hombre que había matado a Sarah era un asesino sexual que había robado las baratijas para poner a la policía sobre una pista falsa o si era un ladrón que violaba y mataba cuando se encontraba a una chica en el cuarto que saqueaba.

El caso tenía otros aspectos misteriosos.

Miembros del personal afirmaban enfáticamente que Sarah Gibson siempre dormía con la puerta abierta porque no soportaba sentirse confinada en un espacio cerrado. Sin embargo, el coronel Gibson estaba igualmente seguro de que ella no se sentía asustada en cuartos pequeños como también de que no sentía miedo en la oscuridad. Mientras estaba en su casa Sarah siempre cerraba la puerta de su habitación.

- Era una chica sensible que nunca parecía asustada por nada - dijo.

Otro problema era determinar la forma en que el asesino había entrado al club. ¿Por la puerta principal que siempre estaba custodiada por un portero? ¿Por la entrada del personal, cincuenta metros más allá? ¿O por el ascensor del equipaje que llevaba a un área del sótano? Nadie vio ningún extraño en el club esa noche, pero tampoco nadie vio a Sarah.

De las ochenta habitaciones sólo diecisiete estaban ocupadas la noche del asesinato. Todos los huéspedes fueron interrogados por los detectives y se planeó tomar las huellas digitales de todos los hombres - incluyendo políticos, celebridades de los deportes y nobles - que habían estado ahí desde que Sarah se unió al personal. Aunque las habitaciones para los socios del club llegaban únicamente hasta el cuarto piso hubiera sido bastante fácil para cualquiera deslizarse por las escaleras hasta el quinto piso sin ser observado.

Un nuevo dato puso a la policía sobre una pista. Un portero que había trabajado con Sarah en el hotel Norfolk dijo saber que ella había tenido un novio durante dos años. Este hombre se había quedado en una ocasión en el Norfolk y el portero los había visto juntos en dos ocasiones en el Club Automovilístico Real. Toda comandancia de policía del país recibió el nombre y la descripción de este hombre. Como se creía que tenía vínculos con Irlanda del Norte, la policía de Ulster fue puesta en alerta.

El 7 de julio, el superintendente Neville voló a Belfast e interrogó a un sospechoso. El candidato, sin embargo, fue rápidamente eliminado.

Entonces, como ha sucedido con otros muchos casos, relacionados con asesinatos sexuales, la policía fue puesta sobre la pista correcta por el mismo culpable.

Una semana después de la muerte de Sarah, Neville recibió una carta muy especial, sin firma, que decía: "Pensé que podría servirles una ayuda en el caso, en vista de que lo están enfocando desde el ángulo equivocado. No me gustó la idea de la ida de Sarah, pero no había nada que hacer. Lo que se puede hacer es impedir que suceda nuevamente. Tuve una sensación muy extraña de poder al quitarle la vida a un cuerpo, si bien Sarah fue un error... Soy una persona solitaria y creo que posiblemente estoy enfermo. En la noche en que murió Sarah no sentí ningún remordimiento, así que apúrense a atraparme. Yo no me voy a entregar para que me encarcelen. Eso me destruirá y yo soy alguien que ama demasiado la vida".

El corresponsal ofreció "hacer un trato" con la policía. Si le proporcionaban una lista de traficantes de drogas en Inglaterra él se encargaría de "deshacerse de ellos".

En el momento de llegar la carta había oficiales de la Scotland Yard que cotejaban las huellas digitales encontradas en el cuarto de la chica con las de los archivos del departamento de huellas digitales. Se descubrió que coincidían con las de un hombre llamado David Charles Richard Frooms, de 25 años, sin ocupación ni domicilio fijo. Poco se sabía de sus antecedentes - aparentemente no tenía familia y tenía pocos amigos - excepto que había estado en prisión en varias ocasiones por robos menores, más tarde por robo con violencia y en una ocasión por un asalto indecente a una chica de trece años. Había sido puesto en libertad por su última sentencia apenas seis meses antes del asesinato de Sarah Gibson.

No hubo dudas de que Frooms era el hombre buscado por la policía. Fue detenido y mientras estaba en la comandancia de policía de Cannon Row se le pidió que escribiera algunas palabras. Los expertos en escritura de mano no tuvieron dudas de que se trataba del autor de la carta.

- Me alegro de que me hayan detenido - dijo Frooms -. Yo la maté. La estrangulé con algo que llevaba y con una cuerda azul... La tapé con una manta y colgué afuera de la puerta un letrero que decía "favor no molestar".

Se le preguntó si había tenido relaciones sexuales con la señorita Gibson.

- Cuando ella ya estaba muerta... ¡muerta, muerta, muerta, muerta!

Frooms fue juzgado por asesinato en el Old Bailey en diciembre de 1972. El señor John Mathew, el fiscal, dijo que el acusado se había "comportado como el diablo mismo" al matar a Sarah Gibson. No se sugirió que la hubiera matado de manera accidental o que hubiera una incapacidad mental que disminuyera la responsabilidad o que estuviera borracho o drogado.

David Frooms, un joven de cabello largo, rostro pálido y con gafas, se declaró no culpable. Dijo que no recordaba haber matado a la chica o haber tenido la intención de matarla. Admitió que la carta que la policía había recibido estaba escrita por su propia mano pero negó recordar haberla escrito.

Dijo que la noche del 2 de julio intentaba dormir en el parque St James, pero que se fue cuando aparecieron unos policías. Se metió al CAR por una ventana abierta y se puso a buscar algo que comer. En el quinto piso vio una puerta abierta y la luz encendida adentro.

- Me asomé y vi una chica dormida en la cama - dijo -. Llevaba puesto algo como una bata. Sobre una silla estaba una bolsa. La abrí y adentro encontré un monedero. Ahí había unas monedas de plata que me metí en bolsillos distintos para que no hicieran ruido. Cerré la puerta por si alguien andaba por el pasillo. Quería saber si había más dinero en el cuarto.

Frooms dijo que tomó unas medias y que las puso sobre la boca de la chica para evitar que gritara. Cuando ella abrió los ojos él blandió un cuchillo frente a la chica y le pidió que se estuviera en silencio. Sarah no hizo ningún movimiento ni ningún ruido. Le metió entonces un pañuelo en la boca.

- Le dije que se acostara bocabajo y le amarré las manos con las medias. Luego la ladeé porque me dio miedo de que se asfixiara. Mascullaba algo que parecía ser la palabra "medias" y entonces yo pensé que podían estar demasiado apretadas, así que se las quité y la amarré con una cuerda azul que estaba sobre el tocador. También le amarré los tobillos con la misma cuerda porque pensé que de otra manera podría saltar de la cama.

Frooms dijo que comenzó a buscar dinero y que encontró algo de joyería en el guardarropas. La siguiente cosa que recordaba era estar a horcajadas sobre la chica en la cama con sus manos en el cuello de ella.

El señor Cyril Salmon hizo una pregunta:

-¿Qué estaba usted haciendo?

- No recuerdo qué estaba haciendo - respondió Frooms -. Supongo que debo haberla estado estrangulando.

Se le preguntó si recordaba haber presionado sus manos alrededor del cuello de la chica.

- No - respondió Frooms.

Agregó que no recordaba haber tenido relaciones sexuales con ella.

- Viendo para atrás - dijo -, únicamente tengo la visión de mis manos alrededor de su cuello. Y esto es algo que descubrí posteriormente.

El señor Salmon pidió un veredicto de homicidio no premeditado. Dijo que no se ponía en duda que Frooms había entrado al club como un intruso y que había robado varios artículos del cuarto de la señorita Gibson. Para que el acusado pudiera ser considerado como culpable el fiscal tendría que probar o que intentaba matar o que intentaba causar serios daños corporales. Frooms sufría de un desorden de la personalidad que no llegaba a ser responsabilidad disminuida.

El juez Forbes se dirigió al jurado y les dijo que de ellos dependía el veredicto de homicidio no premeditado.

- Unicamente un monstruo pudo haber hecho esto - agregó -: estrangular a esta chica antes o después de agredirla sexualmente.

Les informó que a pesar de que Frooms podía ser considerado como un monstruo, de ello no se desprendía que estuviera loco.

En menos de media hora el jurado determinó que el acusado era culpable de asesinato. Frooms fue sentenciado a cadena perpetua.

 

 

 
 
 
 
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